sábado, 21 de noviembre de 2015

Borrador.

Temes una historia sin mí
y has pasado toda la vida así.
Te recuerdo que esta imagen afable;
la escribimos en un gris vespertino,
Viéndonos pasar en fotografías que
aún no eran capturadas.

Juramos dar por terminado
el cruce de miradas,
las visitas inesperadas,
las charlas, risas y pavadas;
esos diálogos que ni las películas
logran monologar.
No hay cabida;
Como el punto final en busca de la firma.

Te recuerdo, amor mío,
que ese cielo ya no nos mira,
ya no pernocta en el bohemio enjambre
que arrastra en sus marañas
y desemboca en su cauce.



viernes, 25 de septiembre de 2015

escatológica remembranza.

Descabildadamente, la mujer se levantó con sombrío detenimiento sobre su lecho. Deparó en la hora, sin embargo, debido a una miopía congénita, el reloj no vislumbraba puntualidad en las manecillas; por lo tanto, hizo seguimiento a plena luz del día. Oscilaban las siete u ocho de la mañana cuando María, fijaba la mirada en un objeto y regocijaba sus pensamientos en la osadía del mañana. Con somera indiferencia admitió estar abrumada. Cómo la ataraxia tambaleaba en un acto de pleno discernimiento en el ayer y , de qué manera este infructuoso hecho repercutía en  posteriores sucesos. Nada de esto lograba ella descifrar, puesto que el urdimbre le atrapaba en cuanto el cavilar le tomaba por sorpresa y le sumía en  depauperar. La subconsciencia es ese estado de vigilia en el cual subyacen los mecanismos de reciprocidad entre una conjetura elaborada y otra idealizada, de esta manera, el único certamen de por medio era su estabilidad y la pasividad del campo ignominioso; el auto-infligido detrimento del recoveco mental.
En tanto el cataclismo le acompañaba, taciturna en el sendero se dirigía sin rumbo por las calles de la ciudad, perdiéndose entre expresiones disimiles y vacuos veredictos, en los cuales, el sentimiento de ruindad  lograba mirar de soslayo la autarquía añorada de autóctonas esperanzas, posibilitando de esta manera el despabilado sufrimiento infractor de la afabilidad donde solo es conocido el propio yo.  Acto seguido fue proyectar la figura adyacente, el preámbulo deshabitado de la búsqueda: lejana e hiriente.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Peripecias del olvido.

Sustancial a las marcas del recuerdo, el compendio del  Hombre indaga en la peyorativa o en la benevolencia según la cual esta le acontezca.  La  dinámica del suceso discurre y se acentúa en los lugares donde la vehemencia y el paroxismo rectifique el soslayo a la pasividad.  La evidencia perniciosa -trémula- denota la aptitud  que el sujeto tiene respecto al objeto (causa relativa a la reacción primaria).
La reminiscencia es el campo interactivo con la efigie retrospectiva y la voluntad, la herramienta conductiva; Por lo tanto, es la unanimidad el medio focal de la introspección  pertinente. Sin embargo, siendo esto dictaminado, el precepto carece de sincronía con  la disposición  si la preferencia antepuesta no es correspondida y así mismo denegada a su introducción; Análisis que, no lograría llegar a la composición onírica y bucólica que ejerce la psiquis humana.
Por consiguiente, la pregunta en breve, sería respecto al  espacio disoluto de los hechos. donde el control total resulta maquinal en el tiempo si se le midiese proporcionalmente al cardumen concedido  de volátiles recuerdos.

miércoles, 8 de julio de 2015

Oscilación.

Situado en el pórtico, Andrés, sosegado por una tarde infinita, recorría el umbral de su lecho regocijando la insolación que la causaba la exposición al entrado mundo. Bastaba con sentir la brisa en sus pulmones para comprender que la plenitud de los sentidos aún le acompañaban, puesto que su confort residía en la prolija incertidumbre de la intermitencia.  Era cuestión de segundos acostumbrarse a prescindir de la materialidad y la metafísica subordinada. Tangencialmente, se atisbaba al zaguán y el ingreso era comúnmente asequible, todo aquel que creyese posible la renuncia y la emancipación de los cuerpos podía privilegiarse de ese beneficio.  La ruina, en aquel lugar, era conceptual, si el destrozo y el desgarramiento parcial o radical se interponían en la beatitud circundante, la modificación situaba la suplantación de los hechos con situaciones análogas en retribución a la memoria y los elementos cifrados que se iban acrecentando.  Es por esto, que la identidad no era revelada, puesto que si había consciencia del propio recuerdo la tarea se vería truncada y habría retroceso a la temible mortandad. 

Las piezas del mosaico fueron construyendo súbitamente la petición de anhelos, así, Andrés tomó por mando la solicitud de una  habitación lúgubre con rostros despavoridos que en algún punto de la historia decidieron tacharse del letargo. Era un pasillo largo y frío que exhibía en cada lateral la efigie respectiva. Situó las expresiones cercanas y concluyó que cada símbolo de senil rastreaba un rasgo distintivo de algún conocido. Era desquiciado pensar que la imagen decía tanto de la vida, de una vida que él desconocía, de un espejismo aleatorio que recorría y que le eran ajenos a su estadía.  Por tanto, decidió inmiscuirse en  su búsqueda. Podía ver sus manos, aún la vista no se desvanecía, podría palpar su cara, el tacto aún prevalecía, mas no podía mirarse a través de ellas ni palparse con el reflejo que le acontecía. Desconcertado ante la lejanía, buscó la salida más contigua, el recuerdo y la vuelta al pasado que lo había conducido al abismal episodio. En aquel instante despertó de su agonía, y nunca antes en el teatro de su vida logró ver con tal precisión el entorno que desvaría.

jueves, 11 de junio de 2015

Invención.

De uno en uno se concibe el dos,
Fijate, no miento,
¿Dónde el sauce no atisba
La luna y el cielo azul?
¿Dónde el paisaje no observa
La falena rozagante con el matiz de la flor?
Decime si no creés que el simplismo
Es el fidedigno de la brillantez,
El producto del mismo placer. Ya sabés.
El testigo se inmiscuye
Entre los amantes.
Y entre vos y yo,

Las intemporalidades. 

viernes, 8 de mayo de 2015

Sucesión discontinua y un desenlace.

Las preguntas son ilimitadas e inmemorables si de ello  hacemos partícipe la cercanía de los votos. -Claramente enajenables unos a otros- Tal y como llegamos a ese voto nos alejamos de él, discurriendo en la confusión  a tal punto que la deserción es la única solución. Para nadie es un secreto que nuestras prelaciones son más erróneas en el argumento que en su boceto. Y el paradigma es cognoscitivo: El ateo-como en su caso el creyente-  busca darle una lógica racional a sus planteamientos existencialistas posicionándolos en la negación rotunda o alternativa. Del mismo modo, a la hora de propugnar su postura, la oratoria exhaustiva lo conduce a una inestabilidad casi que indeseada y en vista de ese mordaz ofuscamiento (el propio), las disyuntivas dan lugar a otras. Sin embargo cabe resaltar que los arquetipos son aleatorios, que bajo ninguna circunstancia las preposiciones se inclinarán a una tendencia elitista y que la imparcialidad será el principal punto de partida con anhelo de que así sea el de llegada.

El hilo conductor, traduce el permanente debate de la conciencia y el raciocinio. Al germinar la figura, su horizonte es trazado unánime  al progreso evolutivo  y así mismo la vida transcurre sin espetar  ni penetrar  la tranquilidad de la figura, con el fin de no vedarle.  Pero también sabemos que gracias a nada y a nadie, eso no es posible. El hombre está arraigado al dolor, al sufrimiento, a la desgracia, y a la ruindad en su conjunto. 

lunes, 4 de mayo de 2015

Desde este mundo. Tú, desde otro.

-Somera etiqueta de un nombre.
Recuerdo el día que tomaste mi mano,  con una carcajada mimética estrujaste  tus labios en mis dedos, tu lengua apenas tocaba mis uñas, y el color de tu pelo combinaba tan bien con esa luna llena, llena de luz, llena  de poesía con sentencia a la retroalimentación del flirteo (el nuestro). Porque eso sí, yo era egoísta y cada invención de la palabra le ponía protagonista. El simposio no contenía estimaciones al insulto, más bien, el desarrollo de la idea comprendía su enjambre y vos tejías por tu parte.  En cada letargo me dedicaba a contemplar tu mirada, tus largas y risadas pestañas, a veces evadía erudiciones onomásticas y me concentraba en los detalles, en la voz y el eco que dejaba cada estentóreo, en la boca de quien discute, de quien cree omitir esa complicidad, esa refutación que reclama un beso y una caricia anhelante.
Vos me querías tan bonito. ¿Recuerdas?, ¿Recuerdas esas zancadas vespertinas en el jardín?, ¿Las flores y el verde vivo que contemplaban la temática de un colorido?, solía sentarme y pensar  en el viento, en el vaivén que conlleva cada momento y vos te me quedabas mirando, como quien reclama una exégesis a la excomunión de la conciencia. Yo callaba. Sabías bien que me disgustaban las metonimias. La reminiscencia y las concepciones le pertenecen a quien les germina.  Hacías un breve silencio y el sollozo elegíaco se desvanecía con el tiempo.  Volvíamos a eso de las sonrisas, y propugnábamos nuestros puntos de vista. Por momentos,  la inexorable melancolía abandonaba nuestros cuerpos, bifurcábamos del espacio y del tiempo –pero eso no, eso sí que no-  después de las dicotomías al menester de la zona conocida, la figura no resplandecía  en la extensión desconocida. Y la ética y la moral. No, no, no era posible.  Regresábamos a casa con la insulsa expresión de la memoria, el espejismo cavilaba en un vos- en un yo- pero nada, las manchas, la materia eran olvidadas. Y sí, por supuesto. Allá pertenecíamos, no nos tocábamos, no había confabulación alguna de la existencia,  la impávida cercanía era sinónimo de desconsuelo. Mejor así, con rumbos tangenciales y caminos apenas recorridos.
Una vez te  sugerí un café, estaba dispuesta a acabar absolutamente con  la idea del amante.  La abstracción me abrumaba en la penumbra, en la ausencia, en el alma. Aquel día no tocamos palabra más que en la despedida, donde sugerí un plano de armonía.  No respondiste nada  y  mantuvimos la distancia por un par de días. Cuando apareciste de nuevo ya no llevabas la mirada perdida, esos ojos no los conocía y me abrumé con la leve interpretación de tu sonrisa.

Finalmente, en una noche de abrumada melancolía me dijiste “No te fijés, volá junto a él”, metiendo tus dedos en mi pelo con falsa e irónica caricia. Aquella madrugada me repetí la frase y hasta pensé que así debía ser. Cuando desperté, vos ya no estabas conmigo, pero seguías ahí, tendido en la cama, mortal, hiriente.  Lo que nunca aludiste fue que vos sabías de vientos que se esfuman, que en efecto, eras tú su conmemoración.


lunes, 27 de abril de 2015

Conspiración de estrellas.

Si de aposentos y de calles transitadas transcurren nuestras vacuas esperanzas,
 Tomaré los ríos,  los mares indómitos y sombríos
Que por la vana permanencia me conllevan a tu olvido.

La reminiscencia menesterosa sugerirá la fotografía,
Y vos, en brazos de otra,
Llenarás el espacio infringido
Del amante anhelante, frígido, compungido.

El sujeto declarante al contubernio
Atisba al objeto vibrante, escueto,
Declama al presente como tiempo y espacio de un suceso.

Te regalo un cielo, el mío,
Una conspiración de oleajes bríos.
Te reclamo vivaz, incorpóreo
A la unificación de los cuerpos ilusorios. 

miércoles, 25 de marzo de 2015

Declaración al vacío.

En noches como estas, que son más lluvia que constelaciones me siento a escribir y tomo un papel, uno deshecho, uno cualquiera que permanece  a la espera, sediento de letras, de poesía, de un protagonista, de ti. Abdico resoluciones costumbristas, voy de aquí a allá, la niebla cunde el sendero armonioso de la consciencia, aquella que  no posee  luz ni sombra, ¿Dónde estás?, aún te busco. La inspiración es in-consciente a mi potestad. La búsqueda en su nexo. Mi mano extendida. El todo incorpóreo me abraza, a mi lado está la nada. ¿Y ahora?, ¿Dónde estoy yo? Me encuentro al otro lado, donde la historia no tiene más para los dos que un punto.
Permanezco inerme, los diálogos atentan contra el reconocimiento del urdimbre material. ¿A quién me dirijo? ¿Al protagonista aquí presente o a la consciencia efímera?.  Sigo sin comprender ubicación alguna, me detengo y pienso, los pies  orientan a quien los conduce y si no es así ¡¿Cómo he parado aquí?! Continúo, la búsqueda no termina pero la bruma se encandila.
Toco las nubes, y sé que no busco el edén. Entonces, ¿qué busco en la cima, en la cúspide del lugar desconocido?  Los sentidos me inundan en compensación de su letargo. Ahora soy consciente del mar, de la brisa, de la tierra que roza mis pies. El vértigo persiste. Aquí no hay oscuridad ni sombra, las raíces se desprenden de su cultivo, salto al abismo.
El vaivén me recibe en su plenitud, en su inmensidad. Hay conmemoración. Fructífera fraternidad de hogar. Los matices, afables en disposición inundan mi piel de azul.

Reviro al pasado y las aguas diáfanas abren paso a las clarividencias en la beatitud del ser: En noches como estas, que son más lluvia que constelaciones me siento a escribir y tomo un papel, uno deshecho, uno cualquiera que permanece  a la espera, sediento de letras, de poesía, de un protagonista, de ti.

viernes, 13 de marzo de 2015

Eterno retorno.

Nunca sopesé la idea de tu partida, más que cuando te apartaste. Nunca toqué la ausencia en el frío sabor de la locura.  
En el pretérito de la vida, la reminiscencia nos es ajena en su pluralismo.  ¿Qué será de ella en la parentela del vacío si  nos alejamos cuando construimos el todo y la bruma de la nada nos abraza?
Ahora bien, el eterno retorno, yace en su ímpetu y muere en la suspensión y el grito que se da al olvido. Nace contigo y culmina en la memoria, en la mía.
Renuncio a todo aforismo, al mito y al prestigio del nunca disgregar. Los cataclismos amedrentan la consciencia, y la respuesta a tu partida surge con la mía, con la estancia misma. 

domingo, 8 de febrero de 2015

Mis labios.

Mis labios no tocan los tuyos mas allá de las letras,
mis labios se mecen al compás del viento de tu esencia.
Te sueño despierta.

Resulta que me abruma ésto y aquello.
Escapo,
te sueño, te idealizo, te dibujo como sos,
como herís.
¡así!: y te siento más mío, más vivo.

Tu cuerpo brota, florece en su espacio,
del tiempo yo me encargo.
Te imagino a deshoras:
Cuando no estás, cuando te vas y partes sin más.

Te sueño despierta
y no te toco, no te hago realidad.
Te siento cerca y presente
y te vivo lejos, ausente.

Abrí las puertas al recuerdo,
y ahí estabas tú,
distante, fugaz, mordaz. Mío.